miércoles, 2 de septiembre de 2015

El mito del amor eterno


Las emociones y los sentimientos son transitorios, van y vienen. No puedo determinar cuando aflorarán o desaparecerán. Por tanto, jurar amor eterno es una locura. ¿Cómo voy a jurar sobre algo que no depende de mí, sobre un estado anímico del momento? ¿Cómo me puedo comprometer a sentir algo hasta la eternidad?

Lo que sí puedo prometer es que voy a ser honesta, que me voy a comunicar desde mi autenticidad, que seré respetuosa... porque todo esto sí depende de mí y a esto me comprometo.

No se trata de fomentar las relaciones de un rato de usar y tirar, esto también es patológico. Más bien se trata de vivir el momento, sin expectativas ni exigencias exageradas, de no escuchar tanto al juez interior (ni exterior) que me dice cómo “deberían” ser las cosas  y por cuanto tiempo he de sentir lo que siento ahora.  

Mejor sería aprender a amar más la trama que vivir pendiente del desenlace y adquirir la confianza suficiente como para detectar que, en mi fuero interno, sé en cada momento lo que necesito para estar bien, si quedarme o emprender el vuelo, sin dramas ni fidelidades absurdas a modelos obsoletos, sin sensaciones de fracaso y frustración porqué no duró eternamente. Con agradecimiento por lo vivido, por la experiencia que adquirí.

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