miércoles, 30 de septiembre de 2015

Buscando el convencimiento


Para dejar una relación hay que estar completamente dispuesta a dar este paso y a comprometerse con una misma para hacer o dejar de hacer todo aquello que nos conduce hacia la relación. 

Muchas veces decimos que no aguantamos más la situación que estamos viviendo, que estamos hartas de que nos quieran mal, de que no nos respeten, de dar mucho y recibir muy poco a cambio. Nos proponemos abandonar a aquella persona por la que estamos sufriendo lo indecible; porque la razón nos lo dice, porque las amigas, con muy buena intención y cansadas de escuchar siempre nuestras penas, nos aconsejan que lo hagamos, porque nada cuadra, porque que no somos compatibles. Así que encontramos por todas partes razones para abandonar la relación pero ahí nos quedemos, atascadas, con muy buenas intenciones y pocos hechos que las avalen.

¿Qué es entonces lo que está fallando? Lo que sucede es que mientras no estemos enteramente dispuestas a romper la relación y dispuestas a pasar por la abstinencia de no ver ni contactar con esa persona que nos hace daño, mientras no nos sintamos capaces de afrontar el dolor que sin duda surgirá, ni a encarar la soledad y el miedo a no volver a ser amadas o amar, no tendremos la fortaleza ni la energía necesaria para llevar a cabo el distanciamiento.

Así que el primer paso consiste en esa disposición para salir de donde no somos felices, de donde no nos sentimos bien queridas y sufrimos. Cuando, finalmente, lo hemos probado todo, nos hemos dejado la dignidad por el camino y el sufrimiento se hace intolerable, podemos llegar a una especie de rendición. Sin rendición difícilmente dejaremos de intentar una vez más un nuevo intento de arreglar las cosas, con la esperanza de que esta vez, la última, nos decimos, funcionará y lograremos lo que no hemos conseguido en meses, o años.

La rendición no es sentirse fracasada, la rendición es ser realista y sensata. Después de infinitos intentos por manejar la relación y tratar de hacer que esa persona cambie y empiece a comportarse de una forma más madura, responsable y cariñosa, nos damos cuenta de que ya no está en nuestras manos hacer nada más. La rendición es aceptación. Es reconocer que las cosas no van a cambiar por mucho más que nos esforcemos ni por mucha fuerza de voluntad que le pongamos de nuestra parte. 

La rendición es soltar lo que no podemos cambiar porque ya lo hemos intentando infinidad de veces y nunca ha funcionado. La rendición es ser honestas con nosotras mismas y soltar las riendas, dejar en manos de la Vida lo que no está en nuestras manos ni depende de nosotras. 

Mi misión como terapeuta no es hacer ver la realidad al paciente, 
es la de acompañarle para que por si mismo descubra la realidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario