El mensaje cultural que se nos manda desde la literatura,
el cine, las series de televisión, la
publicidad, nos predispone a las mujeres a sentirnos atraídas hacia lo que llamamos “chicos malos”. El estereotipo de hombre duro, emocionalmente distante, autosuficiente, agresivo, solitario, que va por la vida con el ceño fruncido, mirada desconfiada y cara de cabreado, ese que parece que se va a comer el mundo con su poderío, ejerce un gran poder de seducción sobre las mujeres.
publicidad, nos predispone a las mujeres a sentirnos atraídas hacia lo que llamamos “chicos malos”. El estereotipo de hombre duro, emocionalmente distante, autosuficiente, agresivo, solitario, que va por la vida con el ceño fruncido, mirada desconfiada y cara de cabreado, ese que parece que se va a comer el mundo con su poderío, ejerce un gran poder de seducción sobre las mujeres.
¿Que nos hace considerar estas características de
inaccesibilidad emocional, dureza, soberbia, prepotencia, violencia, como
cualidades deseables en un hombre?
Por un lado, este tipo de súper hombre aparentemente tan
seguro de sí mismo, nos da la sensación de que nos va a proteger de todos los
males y podremos respirar más tranquilas y seguras en este mundo hostil y
patriarcal. Por otro lado, conquistar a un hombre tan esquivo, difícil,
desinteresado de los afectos, supone un reto que nos hará sentir especiales
como mujer, con más valor; habremos conquistado al más macho entre los machos.
Además, como premio gordo, nuestra supuesta femenina tendencia al
amor incondicional, la empatía y la comprensión sin límites, actuará como un
bálsamo mágico que conseguirá curar las heridas emocionales del macho rabioso
que, en el fondo no es que sea malo, sino que de pequeño sufrió traumas que le
llevaron a convertirse en un tipo frío y agresivo. Sí, nosotras lograremos
sacar su sensibilidad, amor y ternura si tenemos la paciencia suficiente.
Tanto los retos de conquistar corazones huraños como la
idea de que necesitamos protección masculina para vivir más tranquilas y
felices, provienen de un sistema patriarcal que dispone que las mujeres somos
seres insuficientes, débiles, que necesitamos el amparo de hombres duros y perpetúa
las relaciones basadas en la dominación/sumisión.
Mensajes de este tipo se divulgaban hace sólo unos
50 años en este país (España). Nuestras abuelas y madres fueron educadas bajo
estos principios. Hoy en día sería políticamente incorrecto lanzar este tipo de
ideas que suponen sumisión femenina, ninguneo hacia las propias necesidades,
aprovechamiento por pertenecer a un género u otro. Racionalmente ya no pensamos
así, pero en nuestro inconsciente colectivo, en nuestra parte más primaria, son
valores enraizados, vigentes del patriarcado, que generan culpa, obligación y
que sutilmente nos llevan a asumir roles en que uno es más importante que la
otra.
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